El 24 de diciembre de 1996, en Bonn, Alemania, mi esposa Nancy y yo, recién llegados para mis estudios doctorales, nos preparábamos para pasar nuestra primera Navidad fuera del Perú. Ella preparaba una “nochebuena peruana”, con panetón italiano, pavo horneado y ensalada rusa, cual refugio en medio de la nieve, en un país donde la Navidad se celebra con una silenciosa cena y diálogo.
Las fiestas navideñas están ya a la puerta y con ello numerosas recomendaciones en redes sociales y prensa sobre los peligros de consumir abundantes calorías, grasas saturadas o sales. Preocupaciones, por supuesto, válidas. Pero, en esta ocasión, más que referirme a las advertencias, quiero compartir los potenciales beneficios que pueden brindarnos algunos de los deliciosos potajes típicos de la mesa navideña, es decir el concepto ‘bioactivo’ de los componentes de los alimentos que solemos ingerir en esta época del año.